sábado, 22 de septiembre de 2018

Texto colectivo, "Migrar, una condición de existencia de lo viviente".



El siguiente texto apareció publicado en francés el 20 de septiembre de 2018, en el sitio electrónico de Libération, en Francia, bajo el título «Migrer, une condition d’existence du vivant»:


El texto fue presentado en el coloquio “Brassages planétaires”, que tuvo lugar entre el 1 y el 8 de agosto de 2018 en el Centre Culturel International de Cerisy-la-Salle (CCIC). Participaron en la escritura en común:

Gilles Clément (jardinero)
Emanuele Coccia (filósofo)
Antoine Kremer (genetista)
Jacques Tassin (agrónomo y ecólogo)
Sébastien Thiéry (politólogo).





Migrar, una condición de existencia de lo viviente.

Gilles Clément, Emmanuel Coccia, Antoine Kremer, Jacques Tassin, Sébastien Thiéry


Biólogos, ecólogos, genetistas y paleontólogos concuerdan en un punto: los animales y los vegetales responden a los cambios ambientales adaptándose o ajustando la distribución espacial de sus poblaciones. Tal ajuste, operado por una fracción juvenil apta para la dispersión, procede de una migración a menudo imperceptible y continua, a veces repentina, que da nueva forma a los mapas vivos, transgrediendo las fronteras y mezclando las poblaciones. En este sentido, las invasiones biológicas siempre han sido una oportunidad para el mantener la vida frente a las sedentaridades mortíferas. Las migraciones son una condición de la existencia. La evolución misma es una forma de migración de lo viviente, en busca de nuevas formas y funcionalidades, mejor fondeada en un mundo que siempre se recompone.

¿Vale esta verdad primera para los humanos? La biología no es la política, y la analogía con las migraciones humanas actuales es tramposa. Estas últimas rara vez se desencadenan por una degradación progresiva de los hábitats usuales, sino que mayormente por catástrofes que los hacen brutalmente invivibles. Las gentes constreñidas a migrar, que aspiran a condiciones de vida tolerables, no van a espacios familiares y equivalentes, sino a lo otro y desconocido de mundos posiblemente mejores. Nada de eso hay, para ser exactos, en las bestias y las plantas que, como las ranas y los robles durante las últimas glaciaciones, han seguido el cambio de sus medios lo mejor posible.


Hay aquí, pues, algo más que una analogía entre los movimientos que operan en humanos y no humanos. Hay especialmente una promesa de riqueza en la revisión de nuestra visión sobre los “migrantes”, término que es tan reductivo. Pues no hay una especie viviente migrante como tal, ni existe una población humana migrante en sí. Toda migración viviente no es más que la expresión temporal de una contingencia. Pensar la migración como autónoma sería precisamente convertirla en una abstracción, o incluso implicaría asimilar a ciertos pueblos maltratados a portadores de chalecos salvavidas. Detrás del término migrante, no hay nada. Detrás del hombre designado por el término, hay un cruce del mundo. Y detrás de toda jungla, sea cual sea el objeto que designa este término, está la emergencia misma de un mundo en devenir.

Más que de migración, se trata de medios que uno deja, de otros que uno descubre y contribuye a transformar, de confrontación entre poblaciones, de posturas hostiles o acogedoras. Se trata de contextos, de matices a los que la idea ansiógena del gran reemplazo o de la posible aniquilación de nuestros fundamentos no resiste un instante. También se trata de nuevas riquezas, de recombinaciones, de fuerzas conjuntas que generan planos de recomposición. No hay más que devenires, escribió Jean Borreil en «La raison nomade». Es lo que a ellos les falta ver.


El mundo de hoy es un vasto jardín criollo del cual ya somos los frutos. Podemos intentar retrasar el advenimiento, disimular sus manifestaciones, silenciar los sufrimientos que implica. También podemos alimentar la sideración, fetichizar nuestras fronteras, crisparnos en unas identidades que contradicen nuestras existencias múltiples, y ceder a las dictaduras ideológicas contemporáneas que amenazan seriamente con aniquilar el mundo. Podemos, por otro lado, frente a un movimiento constitutivo de lo viviente y que nada puede parar, acompañar las transformaciones en curso a favor de un mundo vivible para todos. En plantas y animales, la migración asistida de especies menos móviles y el enriquecimiento de la diversidad local ya se están llevando adelante para facilitar la adaptación de lo viviente a un futuro que el cambio climático hace incierto. Pensar en las migraciones humanas es también pensar en el acompañamiento de lo viviente. Las migraciones humanas requieren un rebasamiento de sí [dépassement de soi], tanto de los hombres que se embarcan como de aquellos que ven lo desconocido varado en sus orillas. Las experiencias alegres de nuestros conciudadanos que dan la bienvenida a los “migrantes” también resultan de tal rebasamiento. No es prudente ni fecundo tirar hacia atrás el mismísimo hilo de la vida.

Las migraciones invitan a refundar nuestro mundo más allá de toda indignación, y a hacerlo común sin hacerlo como si fuera uno, es decir, sin ceder a ninguna hegemonía del miedo. Eso a lo que le tememos hoy no es más que el mecanismo más banal de la historia del planeta y sus habitantes. Ahora es importante reintroducir el pasado en nuestro futuro, así como el futuro en nuestro pasado. Con el cambio climático, los cambios de entorno que se produjeron en el pasado se repiten ante nuestros ojos, y ello implicará a plantas, bestias y homo sapiens, sin distinción. Al fin de cuentas, se impone una constatación: como para todos los otros seres vivientes –que no pueden sobrevivir más que en un medio que, de uno u otro modo, los acepte e integre su presencia en el devenir–, la hospitalidad es el único entorno propicio para el devenir de nuestra especie.[1]


Traducción del francés al español: Gonzalo Díaz Letelier.



[1] Este texto corresponde al coloquio “Brassages planétaires”, organizado por Patrick Moquay, Véronique Mure y Sébastien Thiéry en Cerisy del 1 al 8 de agosto, con las contribuciones de: Sylvain Allemand, Maxime Aumon, Serge Bahuchet, Ruedi Baur, Martin Bombal, Raphaël Caillens, Cécilia Claeys, Gilles Clément, Mathilde Clément, Sarah Clément, Emanuele Coccia, Olivier Darné, Hélène Deléan, Nicolas Delporte, Anne-Marie Fixot, Christian Grataloup, Antoine Hennion, Olivier Filippi, Sylvie Glissant, Emmanuelle Hellio, Antoine Kremer, Yann Lafolie, Camille Louis, Kendra McLaughlin, Bulle Meignan, André Micoud, Marie-José Mondzain, Dimitri Robert-Rimsky, Adrien Sarels, Jacques Tassin, Dénètem Touam Bona, Tom Troïanowski, Bénédicte Vacquerel, Sarah Vanuxem y Camille Zéhenne.












domingo, 8 de abril de 2018

Entrevista a la poeta y filósofa Daniela Catrileo (1 de marzo de 2018).


La siguiente es una entrevista a la poeta y filósofa mapuche Daniela Catrileo realizada por Sophia Boddenberg, publicada en alemán en el sitio Blickpunkt Lateinamerika, el 1 de marzo de 2018, bajo el título "Indigene Frauen erleben mehrfache Unterdrückung". Aquí va el enlace para acceder a la publicación en Alemania:


El siguiente texto es un juego de re-traducción que he hecho del alemán al español, pues primero la entrevista en español fue traducida al alemán.




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ENTREVISTA


SOPHIA BODDENBERG: Daniela Catrileo es mapuche, filósofa, poeta y feminista. Nacida y criada en la capital chilena, Santiago, su padre proviene del sur de Chile y pertenece al pueblo mapuche. Como la mayoría de los mapuche que se mudaron a la ciudad, él intentó durante mucho tiempo ocultar su identidad mapuche a causa de la discriminación. Daniela Catrileo trabaja este trauma en su poesía –entre muchos otros temas. Ella reflexiona sobre la identidad de los mapuche de la ciudad y la múltiple discriminación que experimentan las mujeres indígenas. También es miembro de un colectivo mapuche feminista.

¿Cómo es para ti vivir como mapuche en la ciudad?

DANIELA CATRILEO: Los mapuche que vivimos en la ciudad nos llamamos afectuosamente la “mapuchada”. Lo que significa que hay algo que nos une, ante todo la solidaridad con los lamgnen (hermanos y hermanas) del sur, que luchan con los casos de montajes policiales, con procesos judiciales y con el empobrecimiento de sus comunidades. Organizamos eventos constantemente para recaudar dinero para ellos y allí aprendemos a conocernos.

También conocí a través de la escritura a otros lamgnen que son poetas. De modo que hemos construido una familia, que está dispersa, por cierto, pero nos reconocemos como mapuche. Desde este aspecto político de la resistencia siempre hemos encontrado alianzas y conexiones con grupos que apoyan la lucha del pueblo mapuche. Soy parte del colectivo “Rangiñtulewfü”, que significa “entre ríos”. Es un colectivo mapuche feminista. Estamos más en un proceso de cuestionamiento que en la certeza de decir que somos feministas.

Nos encontramos en constante cambio. Lo que mantenemos es nuestra perspectiva de un feminismo decolonial, un feminismo interseccional que analiza diversas formas de opresión. Esto tiene que ver con nuestro territorio, nuestra gente, nuestra lengua y la lucha de las mujeres indígenas. Colectivamente, todos nos consideramos champurria, es decir, que somos una mezcla, una encrucijada de identidades que se confunden. De ahí también viene el nombre “entre ríos”.

¿Qué significa para ti ser mapuche y mujer?

Ser mapuche y ser mujer son para mí decisiones políticas. Esto tiene que ver con involucrarse en una idea y luchar por ella. Levantar la voz, aquellos que nunca tuvieron voz. Las mujeres mapuche nunca pudieron alzar la voz, nadie las escuchó y fueron oprimidas por diversos modos de violencia. Pero nuestro pueblo no está muerto. Somos un pueblo con siglos de cultura.

Las mujeres mapuche en la ciudad somos diferentes de las mujeres que crecieron en comunidades y que pudieron mantener su cosmovisión, espiritualidad, costumbres e idioma. Nosotros en la ciudad experimentamos otro proceso, estudiamos, llegamos a conocer el feminismo. Pero no queremos cerrarnos en un feminismo que no piense más que en el final del patriarcado, sino que queremos responder a las diversas formas de opresión que experimentamos como cuerpos indígenas. Y estos son problemas muy diferentes a los que tienen otras mujeres en el mundo.

¿De qué formas de opresión estás hablando?

En primer lugar, está el sistema económico, que se ocupa con avidez e incondicionadamente de los pueblos indígenas. Es un sistema depredador y extractivista que destruye la naturaleza y los lugares que tienen un significado espiritual para nuestra gente. Pero hay otros tipos de violencia colonial que experimentan nuestros cuerpos. Están la discriminación de larga data, el genocidio cultural y político. Nunca fuimos reconocidos como personas. Hasta la fecha, ningún gobierno ha cambiado nada. Hay algo que continúa durante los años y no termina, una guerra desigual. Pues no tenemos los mismos medios que el Estado, las fuerzas militares y las compañías.

Y las mujeres que enfrentan estas estructuras a menudo permanecen solas en las comunidades porque sus maridos están siendo secuestrados o arrestados bajo la Ley Antiterrorista. Las mujeres también experimentan violencia basada en su género en medio de nuestra cultura. La violencia colonial fue herencia en medio de las culturas indígenas. De modo que la mujer indígena experimenta una variedad de violencia y opresión.

Entonces, ¿dirías tú que el patriarcado se ha establecido con la colonización o que la cultura mapuche ha sido patriarcal desde antes?

Yo diría que se ha intensificado. No creo que hubiera un patriarcado en el nivel que experimentamos después de la colonización. Pues hay una ideología detrás de esto: los gobernantes coloniales llegaron aquí con una ideología cristiana, que colocó a las mujeres en una posición subordinada. En aquel tiempo fue la caza de brujas en Europa y, con esta forma de pensar, los conquistadores llegaron a América Latina. Ellos veían a la mujer como subordinada del hombre. Esta desigualdad de género se estableció en una cultura que también tenía estructuras patriarcales. Y así se hizo más y más fuerte hasta el punto donde hoy nos encontramos.

¿Cómo llegaste a la poesía?

Escribir es una de las cosas más importantes en mi vida. Es lo que soy, lo que me posiciona aquí en el mundo. Desde que aprendí a escribir, no he dejado de hacerlo. Creo que es muy importante para nosotros escribir, y con ello poder contar nuestras historias, que no se cuentan en otros lugares. La poesía es anticapitalista para mí. Sólo unas pocas personas pueden vender poesía. No es masivo, pero es un buen gesto para nadar contra la corriente. Eso me llena.

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Traducción del alemán al español por Gonzalo Díaz Letelier.

jueves, 29 de marzo de 2018

Entrevista a Michel Leroy y Gonzalo Díaz, de Un Festín Sagital (4 de marzo de 2017).



Reproducimos aquí una entrevista a los músicos Michel Leroy y Gonzalo Díaz, desde México, a propósito de la música de la banda Un Festín Sagital. La entrevista apareció el 4 de marzo de 2017 en el desaparecido sitio mexicano Terraplen.com, en la sección Bajo Palabra.

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Un Festín Sagital, música experimental chilena.

Entrevista a Michel Leroy y Gonzalo Díaz.


1. ¿Qué es Un Festín Sagital?

M: Gracias por vuestro tiempo e interés. El nombre lo puse yo leyendo un ensayo de Foucault sobre la revolución francesa, y que planteaba que hay un “punto sagital” en que no hay ni pasado ni futuro, digamos experiencia inmanente, y que en su momento yo lo relacioné con lo que es tocar: ahí ni el pasado ni el futuro determinan, y todo se juega de manera extática. Igualmente el nombre se abrió a muchos sentidos, y un poco apela a eso, a una especie de abundancia inagotable de posibles formas de vida.

2. ¿Si pudiéramos trazar una línea genealógica de influencias y aprendizajes, cuál es la línea de Un Festín Sagital?

M: En términos de gestación y mutaciones, UFS tiene un carácter abierto, anti-idealista,  por ende es un constante aprender y desaprender, influencias infinitas. Creo la banda, en más de diez años tocando y grabando, ha desarrollado lo que se suele decir un “lenguaje propio”, pero más precisamente, es una desnudez/honestidad en la entrega, lo que muestra una especie de no-realidad, factual y disolvente a la vez.

G: En relación con el carácter mutante o migrante de la banda como tal, ello se expresa también en los cambios de alineación. Eso se nota en los cambios sónicos y formales a lo largo de los doce años de existencia de la banda. Ha sido un tremendo proceso de aprendizaje. Sería larguísimo nombrar a todos los músicos que han tocado en la banda, como miembros estables y colaboradores más esporádicos. Entre los miembros estables que se han incorporado más recientemente a Un Festín Sagital están Horacio Ferro, desde 2015, y Lucina Toro, desde hace un par de meses.

3. Se menciona mucho a la “música experimental” cuando se habla de ustedes, para Un Festín Sagital ¿qué es la música experimental?

M: Creo que es justamente una forma vaga de apuntar a algo que se escapa de una definición formal… ya ni siquiera se trata de ruido o disonancia, el harsh noise es un estilo ya definido, no es “experimental”, aunque carezca de ritmo y tonalidad… por ende cuando a Festín incluso lo autodefinimos como experimental, es de algún modo para resumir, e invitar a escuchar sin pre-determinaciones.

G: Claro, la “lengua propia” de la que Michel antes hablaba se trata, quizás, de una lengua siempre extraña e “impropia”, no sólo para quien la escucha, sino también para quienes la tocamos. En ese sentido lo “experimental” se expresa en lo que Michel decía también acerca del nombre de la banda. Se trata de un ejercicio de liberar a la música de su institución, pero no en un sentido vanguardista de la “creación desde la nada”, sino abiertos a la multiplicidad de devenires musicales con los que nos encontramos en el presente y en diversas tradiciones, pero abiertos a dar expresión a lo que brota de la materialidad del encuentro. Como gesto ético-político ateológico y anárquico, se trata de liberar a la vida expresiva respecto del interdicto de las formas que le son anteriores y respecto de las cuales la vida sólo puede tener una relación de obediencia –formas expresivas habituales y fetichizadas, convencionales y naturalizadas, museificadas o espectacularizadas, folklorizadas o mercantilizadas. En suma: nuestra “experimentación” situaría la expresión como potencia común por sobre la mímesis como potencia capturada –me refiero a la potencia común capturada por una estética tradicional o presente que opere como mandato fáctico, pero también por una formación subjetiva que opere como polo atractor ideal bloqueando el acontecimiento en la contingencia del encuentro.   

4. La escena experimental en Chile. ¿Qué les parece?

M: Como en todos los rincones del mundo hay cosas maravillosas por descubrir. Incluso en el país más apestado política y culturalmente como es Chile, hay una intensa resistencia que se expresa sónicamente… pero claramente es resistencia, por ende es una minoría, incluso una minoría en las minorías, pero lo interesante es que es una minoría con tanta energía y fuerza que, digamos, termina siendo un ambiente mucho más grato y confiable que las grandes escenas cruzadas por intereses comerciales, ambiciones individuales, exceso de atención y cierta relación demasiado distante entre músico y publico.

5. Música y política, Un Festín Sagital frente a Trump, por ejemplo, ¿qué piensan?

M: El poder se está defendiendo de manera descarnada y de algún modo Festín, como ya lo decía, es una resistencia, un respiro, no sólo una confrontación, sino también una vía fáctica de desate, en la cual no sólo se lucha por la revolución, sino que la revolución se torna una forma-amorfa de vivir constante.

G: Frente al devenir neo-fascista del mundo contemporáneo, con el despliegue imperial y colonizador de los dispositivos pastorales y las máquinas de guerra del capitalismo global, es preciso pensar y desnaturalizar la forma greco-cristiana secularizada de la política, las formas tradicionales de comprender y ejercer el poder que articulan la catástrofe contemporánea. El fenómeno de Trump es sólo un síntoma, entre muchos otros, del devenir neo-fascista del mundo: el desplazamiento de la frontera de antagonismo, es decir, el enemigo ya no es “el de arriba” que impone su jerarquía sacrificial y el orden de la explotación en curso, sino “el de afuera” que amenaza la seguridad y la propia identidad de la comunidad pura y disciplinada. En ese sentido, la música que hacemos, como banda, no apunta a la afirmación de la obra de un sujeto colectivo como comunidad cerrada articulada por su historia en común como propiedad y pertenencia, sino al acontecimiento de una comunidad impropia y siempre por venir, abierta a lo otro y a los otros. De hecho, el nuevo disco poéticamente explora el carácter migrante de la vida misma.     

6. De la música y los terremotos chilenos, ¿qué podrían decir?

M: Más que plantearlo en palabras, derechamente tenemos un proyecto paralelo, llamado Richter Scale, que fue grabado a medias con miembros y ex-miembros de la banda holandesa The Legendary Pink Dots, y que derechamente fue inspirado por el terremoto. Un poco por la intensidad que se vivía en el aspecto horroroso, pero también como en ese horror hubo un despertar, lamentablemente fugaz, de las pasiones mas allá de las distancias artificiales que se crean en la comodidad de la vida que evade y olvida que la muerte es inminente en cualquier segundo. Y a propósito de terremotos, hemos grabado “replicas” que agregamos a piezas que ya han sido editadas.

G: Yo agregaría al respecto que nos gusta mucho bailar, en todo sentido.

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ENLACES:


- Bandcamp de Un Festín Sagital (discografía completa):



- Enlace al último disco ("Migraciones", 2017), accesible en Bandcamp:



- Disco recopilatorio 10° aniversario (2004-2014): 



- Vídeo de una de las últimas presentaciones: